
Noche fría de viernes bajo una techo verde de estación central. Llega el regazo en ruedas, ese que nos lleva donde damos la vida por llegar. Ponemos los cuatro pies en esas calles amigas. Caminamos, conversamos, tiritamos. Finalmente somos nuestros. 13:30. Despertó el antojo. Se armaron y llenaron de emoción para salir denuevo a sus calles, ahora acompañados por el sol, en busca de mariscos y un bonito lugar. La impresión fue ensordecedora... aún la recuerdo y me estremezco. Se iban dando las gracias mutuamente, como si se debieran la felicidad uno al otro... Había que descansar. La guitarra es un buen lugar de encuentro para dos corazones. Pero el ruido pedalear empezó a apoderarse de sus ganas. Sin pensarlo vivieron el viento, comieron caminos y bebieron la alegría de verse juntos en otro sueño más cumplido.
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